Matagigantes by William King

Matagigantes by William King

autor:William King [King, William]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T05:00:00+00:00


15

Los hombres de Crannog Mere hicieron costear la barca hasta detenerla justo fuera del radio de alcance de un arquero que estuviese situado en la isla. Lo hicieron por el simple método de clavar las pértigas en el lecho del agua y atar la barca a ellas con largas cuerdas de cáñamo. Dos hombres fueron apostados a proa y popa para hacer la guardia, y los demás sacaron carne, pan y queso de las mochilas y comenzaron a beber whisky de las petacas mezclado con algo que olía a cerveza y que llevaban en grandes pellejos. Murdo le ofreció un poco a Félix.

—Será mejor que lo aceptes, porque a menudo el agua no es potable aquí y está embrujada por los inmundos espíritus de la plaga.

Félix se sirvió. Era una cerveza suave, con sabor a malta y aguada. Había oído que el proceso de fermentación purificaba el agua. Se alegraba bastante de tener eso para beber, en cualquier caso. Teclis se encontraba de pie en la proa, examinando las ruinas. La niebla había levantado un poco, y las lunas eran apenas visibles en lo alto. Con sólo mirar el trabajo de cantería, Félix se dio cuenta de que la estructura no había sido erigida por hombres. La construcción tenía algo que no era del todo capaz de determinar.

—Las puertas son demasiado bajas y cuadradas —comentó Gotrek como si le leyera el pensamiento—. La cantería tiene runas talladas. Puedes verlas casi sepultadas bajo el musgo.

—Eso si pudiera ver como un enano en esta oscuridad —respondió Félix, aunque no dudaba que el Matatrolls tenía razón.

—Este lugar no fue construido por mi pueblo ni por el tuyo —añadió Gotrek—. Tampoco por los elfos. Nunca he visto nada parecido.

—Yo sí —intervino Teclis—. En las costas de Lustria. Una de las abandonadas ciudades de los slann, ganada por la húmeda selva.

—Yo pensaba que los slann no eran más que una leyenda —dijo Félix.

—Descubrirás que hay alguna verdad detrás de cada leyenda, Félix Jaeger.

—Me enseñaron que se habían extinguido hacía mucho tiempo, que fueron eliminados de la tierra por los dioses, exterminados por el fuego, las inundaciones y las plagas a causa de sus pecados.

—Yo creo que todavía viven —dijo el elfo con cuidado, como si meditara sus palabras—. Creo que en el corazón de Lustria aún hay ciudades donde practican sus antiguos rituales.

—¿Por qué iba a haber aquí una fortaleza slann? Nos encontramos muy lejos de Lustria.

—No lo sé. Los slann prefieren los lugares cálidos. Son una raza de sangre fría y los climas fríos los aletargan. Esta construcción es muy antigua, así que tal vez el clima era diferente cuando la hicieron. O tal vez, existan otras razones. —El elfo parecía tener alguna idea de cuáles eran esas razones, pero no estaba dispuesto a comentarlas—. Jamás habría supuesto que encontraríamos algo así en el corazón de Albión.

—No la habéis encontrado vosotros —dijo Murdo—. Nosotros hace siglos que conocemos su existencia.

—Me gustaría echarle un vistazo desde más cerca —dijo el elfo.

—Por la mañana —respondió Murdo—. Habrá más luz y será menos peligroso.



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